La verdad sobre la libertad de consumir cannabis

DOSIS mínima

Desde nuestra existencia más primitiva siempre hemos vivido en constante evolución; replantearnos ideas y darles nueva forma siempre ha sido vital para alimentar todos los cambios de nuestra humanidad en todos los planos: material, espiritual y filosófico. 

Hemos evolucionado y reciclado ideas tan terribles como la esclavitud y aun batallamos por extinguirla. Hemos mejorado en el último siglo en ideas de igualdad para todos como participantes de una sociedad, y esto se siente de manera local en nuestro barrio, ciudad y país, y de manera global se ve reflejado en las políticas de los países que lideran el mundo económico, cultural y político. Desde estos escenarios se propone y se crea una nueva frontera de la consciencia humana, moldeando el espacio para que todos como ciudadanos y actores de una sociedad tengamos los mismos derechos civiles.
 
Durante el desarrollo de estos dos últimos siglos hemos visto el fin de la esclavitud, segregación racial, religiosa, y el principio del respeto a la identidad sexual en todas sus posibilidades. El simple hecho de llevar un tatuaje apenas recientemente se ha vuelto algo recurrente en cualquier persona sin necesidad de crear estereotipos negativos a quien los lleva.

Que pasa en la actualidad?

A partir de la nueva legislación en Colombia, desde la iniciativa presidencial de prohibir el porte de la dosis mínima (que ya había sido aprobada y ha sido legalizada en otras partes del mundo), el consumo en lugares públicos y la requisa indiscriminada, han generado incomodidad en diferentes círculos, académicos, intelectuales, científicos, empresariales y artísticos, por su claro tinte en la vulneración de las libertades más elementales y el libre desarrollo de la personalidad. 

La norma ataca directamente la libertad individual, sin tener en cuenta el importante papel que desempeñan las plazas de tráfico y los distribuidores de pequeñas cantidades, inmersos en la dinámica del jibarismo y la violencia generada por la misma prohibición. 

Hoy en día seguimos creando estereotipos para juzgamos tan solo por gustos, es decir si alguien fuma marihuana, inmediatamente se atañen un montón de asociaciones no positivas a esto, desde adicto a criminal, mientras se pierde de vista que fumar marihuana es tan solo un gusto, como comer chocolate o tomar café, fumar tabaco o tomar vino; de las mencionadas, para los que han fumado marihuana, saben que de todas, es la más suave. 

Muchas personas que no la han fumado se mantienen en su decisión por convicciones propias, algunos otros, porque les han dicho que es muy mala y que por fumarla te vas a volver adicto a más drogas, o porque la marihuana es de criminales. Estas expresiones no son más que valoraciones que podemos darle al consumo habitual del cannabis, que es equivalente al consumo habitual de vino, cerveza, chocolate o café, ninguno necesario para la vida, pero si, grandes acompañantes, todos consumos legales, que alimentan grandes industrias y distintos sectores económicos que a su vez generan muchos empleos y desarrollo económico, de igual manera el cannabis está saliendo a la luz y retomando su lugar junto a estos consumos. 

Ahora, como a todo lo que le tomas cariño o lo vuelves unos de tus gustos predilectos lo vuelves un hábito de consumo, como cualquier otro, me explico:, ¿Cuántas tazas de café se toma uno en una semana?, Para quien le guste, probablemente más de 14 tazas, de igual manera, saldría un número para cuántas cervezas, cuántos cigarrillos, o cuántas botellas de vino, todos los que menciono son hábitos de consumo aprobados por todos y estimulados por los medios de publicidad que excitan y además salen glorificados en comerciales reafirmando el consumo constante de éstos, aquí la pregunta es: ¿Por qué hemos satanizado unos y otros no? 

Regresar a lo ancestral.

La naturaleza es nuestro primer entorno, nuestro verdadero entorno, del cual somos una parte, no sus dueños. En la naturaleza nos hemos desarrollado por miles de años y de ella dependemos para la vida, en ese entorno natural, nuestros ancestros desarrollaron una relación estrecha con las plantas, el bosque y todas sus especies, ellos lo aprendieron por miles de años y encontraron muchísimas especies vegetales, unas para alimento, otras para curar males del cuerpo y otras para los males del espíritu. 

A estas últimas las llamaron mágico religiosas, plantas en las cuales encontraron puertas a nuevos mundos. O en palabras de nuestros científicos, metabolitos secundarios que tienen reacciones psicotrópicas en nuestro cerebro o sistema nervioso. 

Actualmente nos desconectamos de la relación ancestral que tenemos con las plantas mágico religiosas o curativas; la marihuana siempre ha permanecido en la huerta, es remedio, es amiga, es alimento físico y emocional si se hace un uso responsable y consciente de ello; compartir o no esta visión de la marihuana está bien, pero de ahí a juzgarlo y pensar que sea una connotación negativa es lo que se debe dejar de hacer y de pensar. Tenemos que entender y desmitificar el uso de una hermosa inflorescencia, limpiar su uso, su nombre, su efecto y sus consumidores. 

Consumir cannabis no te hace adicto, no te lleva a malos hábitos ni malos ambientes o malas personas, no te lleva a otras drogas, y no te quita ni los deseos, ni la vida. Así como no lo hace un consumidor de alcohol consciente, sabe mantener un balance entre el gusto y consumo, de forma moderada y en el espacio adecuado ha adquirido un criterio para hacerlo, de eso es lo que se trata. Un consumo consciente de cannabis te ayuda, te estimula, te cura, te enseña y te regala otra vibración, como lo hace un rico café y una deliciosa barra de chocolate con azúcar. Lo que debemos es diferenciar buenos usuarios de malos usuarios como lo hemos hecho con todo lo que hacemos de forma legal. 

Este ha sido un conocimiento mitificado y desprestigiado por tan solo 70 años en que existe desde la prohibición que hemos creado con respecto al uso de algunas de ellas (como la ley seca en Estados Unidos en la década de los 20’), como la marihuana, y hemos tenido una relación con esta planta como especie por miles de años. 

Consumo desde la regulación y la dignidad

Es posible que no a todos nos guste el cannabis o nos haga bien, es decir, no todos los metabolismos funcionan igual, ni reaccionan de la misma manera al cannabis y sus derivados, y pueden existir estados de abuso de su consumo o personas que hagan un mal consumo que pueden desarrollar comportamientos degenerativos de vida y problemas de adicción, o personas en estado marginal o delincuentes que la consuman, no diferente con el consumo del licor, café o chocolate; todos, son consumos que deben ser responsables y moderados. 

Es función de todos como sociedad construir este criterio y ser responsables al respecto, y si se ha logrado, ya para el alcohol y se ha lidiado con todas las muertes que produce, la violencia que se genera por su abuso y se maneja la adicción como un problema de salud no veo la diferencia para hacerlo con el cannabis, además en la publicidad muestran a personas exitosas disfrutar de un buen momento al tomar algo, ese mismo licor lo toma el delincuente y no por eso se desprestigia el licor ni se sataniza su consumo, de esta misma manera se debería hacer para la marihuana. 

También de la forma en que la ciudad ha destinado lugares para la rumba y el consumo del licor, los cuales son lugares sin menores, para no influenciarlos antes de que tengan criterio de consumos responsables, de la misma manera se debe hacer para el cannabis. Si son nuestros dirigentes, verdaderos capitalistas neoliberales, estarían siguiendo el ejemplo de otras naciones que están legalizando su uso recreativo, generando miles de millones de dólares para sus economías, miles de empleos y nuevas dinámicas comerciales, así que con esta nueva legislación nos estamos alejando de evolucionar y mejorar nuestras condiciones humanas, y sobre todo de dejar atrás la violencia y la guerra que trae la ilegalidad y las políticas prohibicionistas que ahondan en nuestra ignorancia y estados más básicos.

Más allá de las conclusiones médicas y científicas, deberíamos estar conectados desde el lado histórico, cultural, curativo, y experiencial para construir una cultura cannábica positiva que genere oportunidades y escenarios de legalidad, que terminen con la guerra, la discriminación del consumidor y las malas connotaciones; dejar la ilegalidad, que es realmente el escenario que nutre todo lo negativo al entorno del consumo de la planta. 

Es entonces necesario un llamado a la construcción de una cultura y un proceso de educación colectivo, en el que aprendamos de las experiencias de otros países, donde podamos dar cabida a nuevos procesos industriales, científicos y sociales con altura, con dignidad, enmarcarlos en una legislación y controles bien fundamentados que brinden al mismo tiempo seguridad y libertad para que el desarrollo del conocimiento del cannabis tal y como es, una planta que la naturaleza nos brinda para aprovechar sus bondades, para ensalzar el espíritu humano y la conciencia de nuestro lugar en la historia, permitirnos ser conscientes del espacio que ocupamos en todos los escenarios en los que la humanidad hará parte y llenarlos de un espíritu transformador abonando el terreno para las nuevas generaciones.


Jhon F. David – El Equipo de Identidad Cannabica

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